La vocación de los sacerdotes y su entrega a las personas, les lleva a dejarlo todo y a dar su vida, su tiempo y su prestigio profesional para servir a los demás.
La entrega de los sacerdotes es total. Quizá no nos damos cuenta, pero celebran la Eucaristía, administran el sacramento de la penitencia , los enfermos reciben la fuerza y la gracia de la Unción, nos acompañan en momentos especialmente alegres de la vida como el bautizo, la primera comunión o la boda.
Ellos ponen su vida, nosotros ponemos el esfuerzo para sostenerlos. Se lo merecen todo.
En muchas ocasiones pueden llegar a encontrarse solos y desprotegidos ante la enfermedad o la vejez . Queremos paliar estas dificultades asegurándoles una atención esmerada y duradera.
En otras ocasiones pueden necesitar recursos para formarse y poder tener la máxima preparación para ejercer su ministerio sacerdotal. Esta preparación en muchas ocasiones no pueden financiársela ellos, al carecer de recursos económicos.
En la sociedad en la que estamos inmersos, es necesario que existan sacerdotes buenos y bien preparados. El género humano, por naturaleza, necesita una atención y acompañamiento espiritual. Desde la Fundación Altum apoyamos a los sacerdotes ya que son un punto esencial del cuidado espiritual de nuestra sociedad.
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